Venuskisth, una maestra del arte del placer digital, se encuentra en el salvaje oeste de USA, donde parece que el único límite es la velocidad de tu conexión a Internet. Esta chica es como un buffet de lujuria: tienes de todo, pero sabes que vas a volver por más. Su cuarto es un templo del deseo, donde el único pecado es no entregarse al placer absoluto.
Sin etiquetas que la definan, esta diosa del cibersexo es un enigma envuelto en pura sensualidad. Lo suyo es el arte de la sorpresa, y te mantiene en vilo con cada movimiento. No hay nada que esta chica no pueda hacer para mantenerte pegado a la pantalla, con la mandíbula en el suelo y las manos ocupadas.
